Columpiándose en un tanga. Eso es lo que el Sr. Arreoso , ciudadano binario a sus espaldas, hacía mientras paseaba una anodina tarde de domingo sin fútbol. Hipnotizado por el contoneo de aquellas juveniles nalgas latinas que con gracia pero con riesgo trataban de caminar sobre unos zapatos que 10 de cada 10 podólogos desaconsejarían. No podemos saber a ciencia cierta que pasaba por la cabeza de Arreoso pero si podemos decir que sus pantalones de verano daban pistas suficientes para intuir el objeto de sus tribulaciones. Vamos, que estaba más caliente que el palo un churrero. Todos sabemos incluido él, que las mujeres son algo más, yo diría que muchísimo más pero por eso del mantenimiento de la especie los héteros machos en ocasiones pierden la perspectiva. En su caso también perdió el control de la erección. Ajeno a su estado de ¡presenteeen aaaarmaas! No pudo percatarse de que se aproximaban por el frente una vecina con su respectivo marido prendido del brazo. El destino quiso que en el pasado dicho marido y él tuviesen una disputa vecinal sin una causa importante pero encaminada a redimir el "status quo" de esa tribu que forman los edificios de pisos donde nos hacinamos tras rendir vasallaje económico al banco de turno (para los no Españoles véase crisis del ladrillo). De repente le sorprende otra voz que no es la de su mujer. Ésta lleva hablando toda la tarde sin ser escuchada y en los últimos minutos ni oída siquiera. Sobresaltado trata de ocultar su turbación y no cae en la cuenta de quién tiene enfrente. Saluda efusivo a su homólogo mientras las esposas ya han iniciado el parloteo. El otro se muestra frío pero educado. Se produce un silencio roto por el incisivo comentario del vecino:
Que, pasando la tarde viendo chavalas (chicas jóvenes, minas... según el lugar).
Las mujeres detuvieron bruscamente su charla mirando agresivas y estañadas al autor de tal observación. Él con un leve movimiento del cuello y mirando al todavía inflamado miembro viril de Arreoso hizo que la atención de las dos mujeres se centrase en la delatora curva de la bragueta del pantalón de nuestro ya desconcertado protagonista. La reacción no se hizo esperar, a saber:
Por un lado Arreoso intentó ofenderse ante aquella falta de respeto.
Por el otro la vecina se dejó llevar por la situación y dío un pequeño grito.
Esto desencadenó la ira de la mujer de Arreoso quien comenzó a retorcer el hasta entonces inerte mano de su marido para en un par de segundos dar un tirón y concluir así el encuentro vecinal.
Ya a un par de metros de distancia Arreoso reaccionó con una huida hacia delante manifestando la intención de partirle la jeta ( partirle la madre, voltearle el mascadero, una trombada de ostias... ¡qué riqueza la de éste idioma!) al indiscreto bocazas. Como respuesta una mueca con forma de sonrisa; jaque mate a favor del vecino.
No entraré en describir el juicio sumarísimo a que fue sometido nuestro crápula de pensamiento. ¡Ojo! Que según los garantes de la castradora moral imperante en España eso también es pecado y puedes no ir al cielo de los tangas por lujurioso. Eso claro está si no calzas alzacuellos, rojo bonete o mejor mitra pues toda regla tiene su excepción, faltaría más. Sólo diré que estuvo a punto de ser condenado a irse a la cama, corrijo, al sofá sin cenar. Además estaba el decisivo agravante de haber sido en público, y que público la mas chismosa del edificio. ¿Qué dirán?. Esto es mucho más grave que la falta en si. La esposa pensaba con amargura ( y como soy yo quién escribe le contesto):
"¿van a pensar que no me tiene respeto?" Cierto, en todo caso miedo.
"¿van a pensar que no le doy lo que un hombre necesita? Cierto, y además como eres muy tacaña ni siquiera le dejas la posibilidad de las profesionales, aunque sea una vez al año por su cumpleaños. Seguro que le gustaría más que esas camisas que le regalas.
"¡Antes no era así!"Falso, la que no eras así eras tú. Tenías cuerpo y ganas pero claro, ya tenemos los hijos, la hipoteca y algún día la menopausia. Para qué queremos ya la pasión.
La cosa pintaba mal pues las pruebas estaban en su contra y no hacían falta C.S.I. (con Grison a la cabeza) para interpretarlas. ¿Solución? La de siempre, la culpa es de otro. Yo soy una víctima.
Arreoso empezó con sus argumentaciones de exculpación, y aquí es donde viene lo mejor del post:
1º "Es que van provocando".
Vaya hombre, tantos años de evolución y comportamientos antinatura y ahora nos ponemos en plan "somos en realidad animales". Pero no hemos quedado que lo del Darwinismo tiene menos tirón que el Creacionismo. Mal empleado el dinero que tus padres se gastaron en los Maristas.
2º "Si es que el gobierno nos ha llenado España de inmigrantes".
Aaaah, claro el gobierno tiene la culpa (sobre todo si le toca el turno de la gestión del Estado a un partido de izquierdas, de esos que ya no quedan por cierto). Eso es más Español que la siesta o el anís. Al partido que vuelva a poner de moda los guetos para pobres y/o inmigrantes , que los de ricos inmigrantes o no siguen estando, le votamos todos. Manda narices que su propio tío fue inmigrante en Suiza en los años 60.
3º "Las malas compañías."
Esta escusa vale desde que somos niños. Eso sí cuando ya damos por hecho que somos hombres conviene no usarla, por coherencia. Pero, es que ¡es tan socorrida! y convincente. Alguien sin personalidad no puede ser muy culpable... La pena es que esto en vez de pasarme a mi solo no le haya pasado a 20 ó 30 a la vez. Se hecha en falta al grupo para diluir responsabilidades (véase de nuevo crisis del ladrillo).
"Es que en el trabajo hay dos compañeros nuevos que se han casado con mulatas caribeñas."
Uno tiene mucha imaginación y el otro su esposa cubana hace tres meses que se marchó con alguien de su edad. Pero estos detalles lo omiten en sus fanfarronadas de vestuario.
"La curiosidad,,, pues no se que les ven a esas mujeres estando las de aquí... "
Ya, pues eso mismo te lo puedes contestar tú o mejor le preguntas a ese otro centro de pensamiento algo menos hipócrita que tienes debajo del ombligo. Por aquí vamos ya introduciendo el peloteo que dará paso al soborno.
Como acabo de apuntar la condena versó en lo siguiente:
Aumento de la cota de poder del denunciante. Un argumento más para el reproche y el chantaje en futuras negociaciones.
Unos pendientes de los buenos , sobre todo caros, para poder enseñar y demostrar que el incidente no a lugar.
Menor frecuencia en los encuentro sexuales . Eso sí, con un par de exhibiciones ( se puso encima y poco más) para demostrarle que ella si quiere puede tanto o más que esas marranas del tanga. Pero no quiere. ¿y por que no quiere? Ella le dice que porque no se lo merece. Y lo peor del caso es que él se lo cree. La posibilidad de que a ella no le guste sea en parte por su inoperancia como amante. Pero es harina de otro costal.
