Hay dos tipos de individuos; los que no les gusta perder el tiempo y lo emplean en cosas vacuas o fútiles y los que parecen perderlo pero en realidad lo disfrutan y se sirven de él.
En cuanto a los primeros que decir de ellos, pues la mayoría de nosotros hemos pertenecido a esa logia. Unas veces por cuestiones relativas a dejarnos seducir por las pautas de la costumbre. Otras por considerar que nuestros deberes llegan más allá de lo que nuestros objetivos más vitales nos dictan.
Otro apunte para definir a este grupo (sin entrar en casuística pues sería divertido pero interminable) es la omnisciente sensación de que ,a pesar de dedicarnos a algo claramente definido y acotado, podíamos haber hecho hoy un poco más. Con ello estamos dando pie a esa plaga del siglo XXI que es el estrés, y que nos genera un déficit de tiempo crónico.
Además, este grupo se jacta de lo ocupados que están y esto lleva implícito en muchas ocasiones un desprecio hacia los ociosos. Se equipara el ocioso al abúlico e incluso al vago. ¿quién no ha oído o dicho alguna vez eso de -estoy muy liao-? Claro, si esta liao es que es muy trabajador y muy necesario para el propósito de llevar a buen puerto una tarea. Ya ,¿ y si resulta que está tan liao porque es un incompetente o se refugia en esa tarea, más fácil, para no abordar otras más complicadas? En cualquier empresa no se ve con buenos ojos el irse a casa cuando se acaba el trabajo previsto , sino que lo estiramos para que dure la jornada entera y si es menester el cobrar horas extras...
Para acabar con este grupo , cabe destacar que en los momentos de ocio o descanso es imprescindible un programa de riguroso cumplimiento donde todo está pautado por el tiempo (duración y frecuencia de la actividad).
Los segundos, esos que han conseguido alguna vez vivir un día entero sin mirar el reloj, más que un grupo pueden considerarse disidentes ocasionales del primer grupo. Es más, ni siquiera a los niños (bebes incluso) se les permite pertenecer a este grupo. Tampoco abundan en él los jubilados, que son de lo más ocupado del país pues algunos son padres reenganchados y otros temen que si pierden cuota de actividad serán pasto de la güadaña. Los que poseen una situación económica desahogada en ocasiones lo que les sobra de fortuna les falta de tiempo libre.
Si que son numerosos en este grupo; los que viven del trabajo de los demás, los que tienen una ambición (social y material) comedida y racional, los que le han visto las orejas al lobo (infartados, ex pacientes psiquiátricos y alguna otra víctima de la celeridad del mundo moderno) y aquellos que ven la vida como una sucesión de momentos asíncronos que deben ser vividos cada uno con una cadencia propia. Me extenderé en estos últimos pues son los que sin duda pronunciarán el título del post con mayor convencimiento. Daré algún ejemplo de como se conducen;
- Leen un libro sacándole el jugo a cada capítulo y no por enterarse del final (bueno, hay libros que te lo ponen difícil).
- En vacaciones no les importa llegar un poco más tarde al destino por haber hecho un par de paradas en lugares que les han llamado la atención.
- Gustan de cojer capazo (pararse a disfrutar de la conversación, pues creo que esa expresión es muy local), sea cual sea la hora del día.
- No hacen de la puntualidad un dogma sino una cualidad deseable.
- Conducen con más racionalidad (ojo, eso no quiere decir que porque yo no tenga prisa ande estorbando).
- Intentan no sobrecargar su agenda hasta el punto de no necesitarla.
En fin... seguro que hay más pero...
A modo de conclusión diría que para que el descanso sea completo ha de ser no planeado en cuanto a su duración y que si queremos disfrutar de las pequeñas cosas de la vida e incluso conocernos ( a nosotros mismos y a los demás) requiere en ocasiones perder el tiempo. A la larga habremos ganado cosas cuyo valor real es incalculable a cambio de pequeñas porciones de nuestro tiempo. Para ganar tiempo en ocasiones hay que perderlo previamente (leerse las instrucciones de un aparato a veces implica ahorrase semanas de confundirse al usarlo). Y además... si hay algo que es propiedad del individuo es su vida, que dicho de otra manera es su tiempo. Aunque todos vendemos nuestro tiempo (y por ende parte de nuestra vida ) pero, ¿dónde está el límite?
